Intimidades

Alberto Rodríguez Maiztegui
2 min readJun 2, 2023

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En su cuarta novela, Katie Kitamura recorre la ciudad de La Haya a través de la mirada de una traductora de la Corte Penal Internacional.

“En los momentos en que la sensación de familiaridad daba paso a la confusión, me preguntaba si podría llegar a ser más que una visitante allí.” piensa la anónima narradora y protagonista de Intimidades, antes de comenzar a recorrer una ciudad que uno nunca imagina más allá de alguna mención de noticias internacionales lejanas.

Recientemente llegada de Nueva York para trabajar como traductora en la Corte Penal Internacional, la protagonista se mueve por la ciudad atenta a qué se dice en la calle “Por debajo de las palabras, entre dos o más idiomas, podían abrirse grandes abismos cuando uno menos se lo esperaba”. Ya tiene una amiga que trabaja en un museo de arte contemporáneo y está saliendo con Adriaan. Sin embargo, eso que tan bien pareciera moverse en una ciudad como La Haya, comienza a resquebrajarse cuando en una fiesta, un abogado vanidoso le cuenta que Adriaan -de quien le gustan sus declaraciones directas- está separado y tiene dos hijos.

Katie Kitamura
Katie Kitamura

En el mismo momento en que le asignan un trabajo importante -ser la intérprete de un ex presidente africano acusado de crímenes de lesa humanidad por limpieza étnica- Adriaan admite que está casado, pero que no sabe por cuánto tiempo más, y le pide que se quede en su casa mientras él viaja a Lisboa para encontrarse con su esposa.

En ese momento Kitamura comienza a narrar como en espejo. Por un lado el trabajo de la protagonista como intérprete de la Corte Penal Internacional “que giraba en torno a la suspensión de la incredulidad” y, por el otro, lo que va sucediendo afuera de ese estado de suspensión. La historia avanza de incredulidad en incredulidad, entre dos lenguas en donde “Cualquier certeza puede derrumbarse sin previo aviso. Nadie ni nada se libraba de esa regla”.

¿Qué sucede cuando del otro lado no se dice nada? A esta extrañeza la protagonista responde con una traducción al infinito, de todo lo que ve, de todo lo que se le cruza. Hasta que pareciera entender que, quizás, la posibilidad está, tan solo, en “repetir lo impronunciable”.

Reseña escrita para Calambur Libros

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