#EstoNoEsUnaExcusa #1

Un año de home office

Alberto Rodríguez Maiztegui
5 min readMar 22, 2021

Hace varios meses busco una excusa para escribir porque sí. Se me ocurre una idea genial, escribo mentalmente, diagramo el texto y queda ahí: en la fantasía. La efeméride vino en mi ayuda junto a la insistencia de una compañera: Tenés que escribir sobre “el Lav”, bancatelá. Ahora ¿de qué manera comienzo? Por el principio.

¿Qué es el Lav?

Es el lugar en donde armé mi espacio de trabajo cuando me mudé a esta casa. El nombre surgió en medio de una reunión de equipo - no recuerdo si por zoom hang-out o meet- porque está armado en un rincón del lavadero que se encuentra en el patio de la casa. Detrás mío está la pileta, a mi derecha la puerta y cosas que uno guarda en un depósito, a mi izquierda dos cubos y dos estantes con libros, la parte de arriba de un AIWA de los 90´ que uso como ampli para escuchar música desde la computadora y, frente a mí, un escritorio simple pero amplio con dos parlantes (de ese mismo AIWA) la notebook, un monitor extra y una ventana que da al sur.

Esto último es importante, porque no solo puedo mirar el patio, la Santa Rita, las ventanas de las piezas sino porque también es muy probable que ante el primer viento fuerte el Lav y yo quedemos tapados de tierra. En la ciudad de Córdoba, las tormentas, las que verdaderamente importan, suelen venir desde el sur. Más allá de la tierra que molesta al día siguiente, uno puede levantar la vista y ver cómo se van agrupando las nubes y calcular cuándo llegará la tormenta. Las puedo ver bien arriba en toda su extensión a medida que van cambiando el color.

Full home office

Hace un año paso todos los días en el Lav. En la primera videollamada con mi equipo me hice el careta y me conecté desde un sillón con un fondo neutro y calculado. Fue un domingo a la noche y no imaginamos este tiempo que pasó.

En la semana siguiente no pude evitarlo y el Lav quedó en evidencia ¿por qué? porque suelo leer de manera desordenada y los libros se van apilando. Hasta que hago un corte, ordeno y llevo algunos a otra biblioteca, paso Blem, barro y recién ahí me pongo a producir. En fin, podría haber usado un fondo virtual o algo por el estilo pero no. Lo único que hice fue apoyar sobre las dos canillas de la pileta retro, un pedazo de pared de la muestra que el artista Elian Chali hizo en Naranja a fines del 2019. Más allá de darle color a mi fondo, ese corte desprolijo rompe la simetría.

El Día de la Marmota

Una vez pasada la novedad de la cuarentena, el aspo, AMBA, cuidados, alcohol 70/30, etc; el Lav pasó a ser cosa de todos los días y un poco perdió algo de su encanto. Pero, a medida que pasaba el año pandémico, con mis mis compañer@s hicimos cosas realmente alucinantes. Trabajando casi de memoria, armando productos, líneas de sentido, nombres y formatos a una velocidad y coordinación increíble.

un resumen de lo que fue el 2020 👉🐰👆

Sin embargo, cada tanto, resonaba en mí la frase: Escribí sobre el Lav, bancatelá. Ese espacio, en medio de lo que por momentos fue un día de la marmota constante (white people problem alert) perdió algo de su (in)utilidad, de su soberanía y se convirtió en un dulce amargo. Pasó a incomodarme estar leyendo o boludeando en el Lav. Terminaba mi día hábil y, si seguía ahí, no encontraba posición y me terminaba yendo a otro lado.

Marzo: el lunes del año (en el hemisferio sur)

Se han ido entretejiendo muchos hilos y me pregunto a lo Italo Calvino ¿De cuál he de tirar para que la conclusión me llegue a las manos? Aparecen entonces las fechas y sus coincidencias caprichosas. Mientras escribo me doy cuenta que este marzo además de cumplir un año de home office pandemonium, cumple cuatro años el Lav como tal. También este mes terminé mi primer Bullet Journal ¿Por qué traer esto ahora? porque cuando volví de mis vacaciones, después de ordenar el Lav, participé de un espacio en el que Mario Tascón de Prodigioso Volcán, explicó las ventajas de llevar un registro diario. Lo que me convenció de iniciar uno, fue la manera en que Mario mostraba algo de su Journal personal: fragmentos de sus notas, dibujos, recortes y garabatos para que profesionales de todo el mundo puedan tomar y hacerlo propio. Si bien no he llevado mi Journal tan al pie de la letra (perdón Mario), tomé algunos consejos. Y en marzo lo terminé y comencé otro ¿por qué el Bullet entonces? Por un lado, porque cada vez que ordeno el Lav aparecen un montón de cuadernos y anotadores empezados y sin terminar. Además, nunca los tiro, los dejo ahí, a un costado hasta la próxima limpieza. Cuando terminé mi Journal me pregunté ¿Qué hago con esto ahora? y me di cuenta que, más allá de la utilidad que tiene para organizar el día,

a medida que pasaba las hojas descubría notas sueltas, frases y hasta el inicio de una playlist con las 10+1 mejores canciones de Prince.

Como si la limitada libertad que ofrece el Journal recuperara para este espacio -mi Lav- algo de ese desparpajo inútil tan necesario. Un desorden de letra manuscrita, flechas, garabatos, cuadrados; un pulso que hace al día a día y que posibilitan que algo de ese Lav que armé, hace ya cuatro años, se recupere de otro modo. Pero, aún más importante, es que el bullet me sirvió como excusa para bancarmelá y escribir sobre el 2020 que ya fue y mi querido Lav, a un año de su salida al mundo.

🎧Prince 10+1 👆— Las sugerencias son bienvenidas

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